“Chile es un país en vías de desarrollo”, frase que los chilenos hemos escuchado por varios años y que lamentablemente aún no somos capaces de cambiar. ¿Qué tienen otros países en el ámbito científico, que nosotros ignoramos y no logramos alcanzar? La ciencia y la tecnología, algo tan fundamental en el desarrollo histórico del ser humano y tan deficiente en nuestro país.
El otro día leí una noticia en El Mercurio (www.emol.com), que planteaba que durante los últimos quince años se duplicó la cantidad de alumnos chilenos que hacen postgrados en el extranjero, lo que demuestra que sí tenemos grandes científicos que logran un nivel de conocimiento como cualquier experto en una potencia mundial. ¿Cuál es el problema entonces? En general, la única forma de que ellos vuelvan a Chile, es obligándolos con un requisito del contrato de su beca de estudios. No puede ser posible que las universidades sean los únicos lugares donde estas grandes eminencias tengan su espacio, en donde muchas veces no tienen los recursos suficientes para explotar su conocimiento y el aporte público deja mucho que desear.
Muchas empresas de países como Estados Unidos, Alemania, entre otros, contratan maestros (M.Sc) o doctores (Ph.D) para la creación de nueva tecnología. No obstante, nosotros aún nos conformamos con vender nuestros famosos “commodities” al resto del mundo, mientras vemos que nuestro crecimiento económico sólo decrece. Además, hemos sido bombardeados con noticias de cómo las empresas chilenas se preocupan de obtener beneficio propio a costa de la sociedad chilena y no tienen ningún interés en el desarrollo del país.
No es factible que el Dr. Francisco Brieva, uno de los científicos más destacados del país y reconocido a nivel mundial, haya trabajado seis meses sin goce de sueldo dirigiendo la comisión más importante del país en lo que a ciencia y tecnología respecta (Conicyt). No necesitamos más ministerios que suban la aprobación de la presidenta y que meses después aparezcan en las noticias por hechos de corrupción. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad como país y dirigirla en el camino correcto.
Hasta que no recibamos con los brazos abiertos a nuestros científicos, ni miremos más allá del gobierno de turno, seremos como el hombre que quiere alcanzar su meta caminando la mitad de la distancia que le falta y sin embargo, nunca llega. Podremos acercarnos, pero hasta que no cambiemos, nunca alcanzaremos el tan idealizado desarrollo.